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lunes, 16 de mayo de 2011

Los peligros de la arrogancia del imperio


Me cuento entre los que se entusiasmaron con la elección de Barack Obama para presidente de Estados Unidos, especialmente viniendo después de G. Bush Jr, presidente belicoso, fundamentalista y de poquísimas luces. Creía éste en la inminencia del Armagedón bíblico y seguía al pie de la letra la ideología del Destino Manifiesto, un texto inventado por la voluntad imperial norteamericana para justificar la guerra contra México, según el cual Estados Unidos sería el nuevo pueblo escogido por Dios para llevar al mundo los derechos humanos, la libertad y la democracia. Este convencimiento de la propia excepcionalidad se tradujo en una arrogancia histórica que hizo que Estados Unidos se arrogase el derecho de imponer al mundo entero, por la política o por las armas, su estilo de vida y su visión del mundo.

Esperaba que el nuevo presidente ya no fuera rehén de esta nefasta e imaginaria elección divina, pues anunciaba en su programa el multilateralismo y no la hegemonía, pero tenía mis dudas, pues por detrás del Yes, we can (sí, nosotros podemos) podía esconderse la vieja arrogancia. Ante la crisis económico-financiera pregonaba que Estados Unidos había demostrado en su historia que podía todo, y que iba a superar la actual situación. Ahora, con ocasión del asesinato de Osama bin Laden ordenado por él (en un estado de derecho, que separa los poderes, ¿tiene el ejecutivo el poder de matar, o eso es competencia del judicial que manda prender, juzgar y castigar?) cayó la mascara. No ha podido esconder la arrogancia atávica.

El presidente, de extracción humilde, afrodescendiente, nacido fuera del continente, primero musulmán y después evangélico convertido, dijo claramente: «Lo que sucedió el domingo es un mensaje para todo el mundo: cuando decimos que nunca vamos a olvidar, estamos hablando en serio», que es como decir: «terroristas del mundo entero, vamos a asesinarles».

Ahí se revela, sin medias palabras, toda la arrogancia y la actitud imperial de ponerse por encima de toda ética.

Esto me hace recordar la frase de un teólogo que sirvió doce años como asesor de la ex-Inquisición en Roma y que vino a solidarizarse conmigo cuando sufrí el proceso doctrinario. Me confesó: «Aprenda de mi experiencia: la ex-Inquisición no olvida nada, no perdona nada y se cobra todo; prepárese». Efectivamente, así fue lo que sentí. Peor le ocurrió a un teólogo moralista, queridísimo en toda la cristiandad, el alemán Bernhard Häring. Con un cáncer de garganta que casi no le permitía hablar fue sometido a un riguroso interrogatorio en la sala oscura de aquella instancia de terror psicológico por causa de algunas afirmaciones sobre la sexualidad. Al salir confesó: «este interrogatorio fue peor que el que sufrí bajo la SS nazi durante la guerra», lo cual significa: poco importa la etiqueta, católico o nazi, todo sistema autoritario y totalitario obedece a la misma lógica: se venga de todo, no olvida y no perdona.

Así lo prometió Barack Obama y se propone llevar adelante el estado terrorista creado por su antecesor, manteniendo la Ley Patriótica que autoriza la suspensión de ciertos derechos y la prisión preventiva de sospechosos sin avisar siquiera a sus familiares, lo que se convierte en secuestro.

No sin razón escribió el noruego Johan Galtung, el hombre de la cultura de la paz, creador de dos instituciones de investigación sobre la paz e inventor del método Transcend en la mediación de los conflictos (una especie de política del gana-gana): tales actos aproximan a Estados Unidos a un estado fascista.

La verdad es que estamos ante un imperio. Es la consecuencia lógica y necesaria del presunto excepcionalismo. Es un imperio singular, basado no en una ocupación territorial o en colonias, sino en 800 bases militares distribuidas por todo el mundo, la mayoría innecesarias para la seguridad estadounidense. Pero están ahí para meter miedo y garantizar su hegemonía en el mundo. Nada de eso ha sido desmontado por el nuevo emperador, que no cerró Guantánamo como había prometido y todavía envió treinta mil soldados a Afganistán para una guerra perdida de antemano.

Podemos estar en desacuerdo con la tesis básica de Samuel P. Huntington en su discutido libro El choque de civilizaciones, pero hay en él observaciones dignas de atención, como ésta: «la creencia en la superioridad de la cultura occidental es falsa, inmoral y peligrosa» (p. 395). Más aún: «la intervención occidental probablemente constituye la fuente más peligrosa de inestabilidad y de un posible conflicto global en un mundo multi-civilizacional» (p. 397). Pues bien, las condiciones para semejante tragedia están siendo creadas por Estados Unidos y sus aliados europeos.

Una cosa es el pueblo estadounidense, bueno, trabajador, y algo ingenuo, que admiramos, y otra el gobierno imperial, que no respeta los tratados internacionales que van contra sus intereses y que es capaz de todo tipo de violencia. Pero no hay imperios eternos. Llegará el momento en que será un número más en el cementerio de los imperios desaparecidos.

Mayo 13 de 2011

Por Leonardo Boff

sábado, 12 de marzo de 2011

Conciencia, libertad y dicidencia como juzgar correctamente






Quiero amigos que pongan atención. Si ustedes leen este discurso puede sonar bonito, puede sonar razonable. Sin embargo es exactamente retroceder a la edad media. Es el mismo razonamiento de la inquisición ya que en materia de conciencia y Fe religiosa nadie debe ni puede obstaculizar a no ser que interrumpa la libertad de conciencia.

Citare el mismo ejemplo que el cita al final: Abraham llevo a su hijo al monte para darle muerte y vemos como el hijo no protesto y también en su libre conciencia no siendo obligado acompaña a su hijo para ofrecer lo que Dios había mandado. Esta es la libertad de que un padre y un hijo ofrezcan por conciencia lo que creen que es justo. Interrumpir en esto es contra de la libertad del padre de criar a su hijo como conviene y del hijo de obedecer a su padre como el estime. Este principio por muy sutil que paresca es el mismo que impide que los padres puedan corregir a sus hijos ya que son considerados maltratadores aunque el hijo este convencido que le corrigen por amor.

Este mismo principio por muy sutil que paresca es la intolerancia religiosa donde yo tengo derecho de interponerme entre el Musulman que enseña a su hijo que debe adorar en el dia Viernes o del krishna que debe ayunar. Las sociedades cambian lo considerado por ellos como libertades bueno o malo cambia cambiar yo junto con ellos como el clima siendo que no afecto ni daño a nadie simplemente es represión.

Hacia donde conduce finalmente a catalogar como sectas, como dicientes a cada elemento que en materia de conciencia no se someta al común de la gente. Este fue el principio por el Cual nació lo que conocemos como la edad Medio o OSCURA no había derecho a disentir, hasta los científicos eran considerados como dicientes por que el poder lo tenia una sola religión (catolica) es lo mismo que pasa en China todo lo que el gobierno tache como disidente sea científico, sea religioso, se un padre, sea un hijo. ESA NO ES LA VERDADERA LIBERTAD esa es una falsa libertad que aprieta a los pocos por el derecho de los muchos y estos principios son los mismos que trajeron el HOLOCAUSTO NAZI.

Este principio se llama el ETNOCENTRISMO del cual quiere Yo, quiere Dios, quieren los científicos y todos los grandes que no se estipule en ninguna sociedad, iglesia o gobierno porque este es el principio del prejuicio y persecución, de castas, credos, religiones y opiniones.

Se que Lutero, Ghandi, Teresa de Calcuta, Newton, Copernico y otros al escuchar este discurso metafóricamente hablando se retuercen en sus tumbas.

EL VERDADERO JUICIO NO ES AQUEL QUE SOMETE LA OPINIÓN DE OTROS A MI OPINIÓN sino es aquel que somete mis acciones a mi mismo y resguarda la libertad mia y la del otro sin el desmedro de ninguna de las dos partes. Sin tener una por mayor ni otra por menor eso es justicia y equidad. Ya que todos tienen derecho a vivir la vida como crean convenientes sea una persona, sea una familia o sea una sociedad. Asi nació Estados Unidos, peregrinos huyendo de la persecución del viejo mundo donde no podían vivir según los dictados de su conciencia.

Ref: Apocalisis 13