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jueves, 7 de abril de 2011

El gas de Frei, el carbón de Piñera

En noviembre de 1995, el entonces Presidente de la República, don Eduardo Frei, firmaba un acuerdo de integración gasífera con el gobierno argentino. En función de ese acuerdo se construyeron sendos gaseoductos a través de la cordillera de Los Andes, con el fin de abastecer al sector residencial e industrial chileno. Durante toda la segunda mitad de los ‘90, e incluso bien entrado el periodo del presidente Lagos, todas las proyecciones del gobierno respondían a ese nuevo “paradigma” energético.

En el año 2001 tuve la oportunidad de trabajar con algunas de esas proyecciones y fue impresionante ver cómo prácticamente todas las obras contempladas para el periodo 2000-2010, dependían del gas natural argentino. Salvo una que otra central hidroeléctrica, todo se había proyectado en torno al GAS. Sin duda alguna fue una gran apuesta, una apuesta del todo o nada, donde finalmente nos quedamos con nada, ya que a partir del 2007 los gaseoductos se quedaron vacíos. Hoy, buena parte del gas que se utiliza en Chile proviene de países lejanos como Egipto o Nigeria, a un precio muchísimo mayor del que supuestamente íbamos a pagar.

Cuando ocurrió la crisis del “gas argentino” todos nos hicimos más o menos las mismas preguntas básicas, ¿cómo nadie se dio cuenta que algo así podía ocurrir?, ¿por qué apostamos todo al gas argentino? Supuestamente el Gobierno tenía expertos en estas materias, había asesores, etc. ¿Cómo nadie tuvo la ocurrencia de investigar un poco más en Argentina sobre sus reales posibilidades de abastecernos en el largo plazo? Las estrategias, sea cual sea el ámbito que se analice, se elaboran pensando en el largo plazo. Desafortunadamente, en este caso no fue así, y los cortes de gas desde Buenos Aires nos sorprendieron a todos “en la ducha”.

Hoy, cuando escucho al ministro Golborne y a sus asesores planteando que el carbón es la nueva “panacea energética”, mientras leo la enorme cantidad de publicaciones científicas y documentos de agencias internacionales que muestran los riesgos de apostar por esa fuente de energía, dan ganas de meterlos a todos dentro del gaseoducto y dejarlos ahí. La apuesta por el carbón es un error, uno mucho más grave que el cometido con el gas natural dado el impacto sobre la salud de la gente y el medio ambiente.