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miércoles, 4 de mayo de 2011

Subsidio al empleo y al trabajo: una política de doble estándar

Alvaro Pina Stranger
Ph.D (c) en Sociología en la Universidad Paris-Dauphine e Investigador asociado al ICSO, Universidad Diego Portales.

En los próximos meses se abrirá el debate sobre la segunda parte del programa de superación de la pobreza recientemente impulsado por el gobierno. Uno de los principales objetivos consistirá en complementar el Ingreso Ético Familiar (condicionado) con un Subsidio al Empleo. Los expertos nacionales explican que se trata de una receta para aumentar los ingresos de los trabajadores pobres, que tiene la ventaja de no incrementar la relación de dependencia de los trabajadores con el Estado.


Sin embargo, lo que se presenta transversalmente como un mecanismo profundamente razonable y de sentido común, esconde una política pública de doble estándar.


¿En qué consiste el subsidio al empleo? De manera general, se trata de una transferencia económica del Estado a los trabajadores. Esta transferencia corresponde a un porcentaje de su sueldo. En muchos casos, una parte de este subsidio lo recibe directamente el empleador. En Chile, un ejemplo de este mecanismo se encuentra en el programa Subsidio al Empleo Joven. En este programa, los jóvenes (entre 18 y 25 años)  pertenecientes al 40% más pobre de la población pueden recibir una transferencia de hasta 20 % de su salario, y los empleadores un monto de hasta 10%. Los requisitos para acceder al subsidio tienen que ver con la edad, con el nivel de ingreso y, recientemente, con la obtención de la licencia de enseñanza media de los trabajadores. A las empresas se les exige no recibir más de 50% de aporte Estatal y respetar la ley, es decir, en particular, pagar las cotizaciones obligatorias de pensión y salud. Las incitaciones implementadas en este subsidio apuntan a aumentar la empleabilidad de los jóvenes más pobres, para así disminuir su desempleo.


El debate sobre el subsidio al empleo, que contará con un fondo aproximado de 400 millones de dólares al año, debe ser también un debate sobre las empresas que Chile necesita. La privatización de los bienes públicos no puede continuar haciéndose a favor de algunos y en detrimento de todos.


El subsidio al empleo aparece en esta descripción como un mecanismo virtuoso para la superación de la pobreza pues combina la inversión del Estado y el emprendimiento privado. Sin embargo, ni las autoridades, ni la prensa, evocan una dimensión importante de este mecanismo, a saber, que el subsidio al empleo es al mismo tiempo un subsidio al trabajo. La diferencia puede parecer sutil, pero tiene implicaciones importantes.